Montse Josep Mariajo Mario Maria Rosa Andreu Salomé David
David Yerga

Diciembre de 1964. En las emisoras de radio suena “Si yo tuviera una escoba” y “La chica ye-yé”, las españolas se atrevían con la minifalda, Marcelino marcaba su gol y Bahamontes ganaba un Tour. En la Maternidad de Barcelona nace un precioso niñito, 3,800 Kg, negro zaíno, bragado, burriciego y astifino.

Desde pequeño vive experiencias musicales determinantes, que dejarán una huella indeleble: los temas inolvidables de Antonio Machín, las canciones de Walt Disney, los primeros villancicos, las performances de Los hermanos Calatrava y los vinilos de Emilio el Moro que regalaban los de Fundador, configuran un rico universo sonoro que le guía en la temprana interiorización de la afinación y el ritmo.

Ya en la escuela, es requerido con asiduidad para formar parte de los conjuntos vocales que, con sus cánones, alegraban los actos académicos. En las puertas de la adolescencia, cambia la voz y le sale el bigote. A los 13 años descubre el Cacaolat, mezclado, no agitado. También descubre la guitarra; aprende unos cuantos acordes y compone la canción “Hotel California”, que ya estaba compuesta. Su carrera creadora prosigue con otros hits, como “Mediterráneo”, “Escuela de calor” y “Tubular bells”, pero también estaban compuestos.

Alcanzada, más o menos, su madurez intelectual, se licencia en Biología y es invitado con tanta amabilidad a hacer el Servicio Militar que no es capaz de negarse. Compone la marcha militar “Prietas las filas”, a pesar de sospechar que ya debía estar compuesta.

Hoy en día, se dedica profesionalmente a la enseñanza en un colegio del barrio de Sant Andreu del Palomar, que fue, es y será para siempre el verdadero corazón de la ciudad. Compagina la práctica docente con la presidencia de la Fundación Amigos de Torrente, y lógicamente con los ensayos y actuaciones de Petit Comité.

Es el único miembro del grupo sin antecedentes penales. Siempre ha sabido que fue aceptado en el grupo por su físico, però con espíritu de superación y constancia en el trabajo ha conseguido que sus compañeros valoren su talento, a pesar de que nunca se lo hayan reconocido.